Siempre leo los obituarios del Mercurio y La Tercera, antes los comparaba, ahora ya no. También, siempre cuento la cantidad de menciones, parentescos, asociaciones, grupos directorios y empresas “participantes”.
Me fijo también, en las palabras y en como recuerdan a las distintas personas. No me importa si son católicos, judíos, protestantes o masones; eso al final da lo mismo porque el resultado sigue siendo la muerte.
Uno siempre muere bueno, santo y sabio; si eres católico y “bien” tu vida será un ejemplo a seguir y morirás rodeado de los tuyos en una paz casi mundial, con tus hijos, nietos y vecinos; da lo mismo que hubieses sido un hijo de puta o una vieja de mierda.
Si fuiste empresario; o tus hijos lo son, hasta el Sindicato 15 se hará presente (en este punto me detengo a agradecer las flores de los sindicatos- en este caso, es mejor más flores que menos).
Si moriste maricón, se nota porque los deudos son puros hombres solos y mujeres llorosas, además de la pareja de oportunistas esperando heredar algo –y de esos- conocemos a un par. Si por el contrario, te moriste sin un peso a tu haber, te tocará el “combo” económico del Hogar de Cristo, sin coro y con diácono. No habrá velorio y las flores serán mínimas o flores secas.
La familia doliente dirá que fue un “gesto de sobriedad”, pero en realidad disfraza la mezquindad de cuiquería.
Cuando yo me muera, quiero ser cremado –Señor Notario anote- mis cenizas, deberán ser colocadas en un cajoncito de madera o en un “Tupper-ware” y que me guarden con la mamá.
Me conformo con un solo aviso de “La Familia” y soy feliz.
Por favor no vayan en micro y me tapan el ataúd por favor.
No hagan misa ni digan lo bueno que fui. No lloren y no me digan adiós.
Total, entre tanto email, celular, Facebook, blogs y todo lo que se viene en la Web 2.0 seguiré vivo, presente y recibiendo “spam” hasta el final.
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